Duros enfrentamientos de jóvenes gachancipeños con el ESMAD, en el marco del paro camionero.
Gachancipá el municipio más pequeño de Cundinamarca, esa campiña tranquila y amable que se encuentran los bogotanos a pocos kilómetros de los límites de la urbe en su recorrido por la Autopista Norte, de un momento a otro pasó de ser el bucólico Gachancipá, para convertirse en el foco de la resistencia civil de un movimiento ciudadano nacido del descontento general y activado por la presentación de una regresiva y lesiva reforma tributaria por parte del gobierno de turno.

Desde la marcha convocada para el 28 de abril, programada para protestar por los términos alcabaleros e inclusive inconstitucionales de la anunciada reforma tributaria, los gachancipeños dieron muestra de un espíritu rebelde y combativo que hasta ahora había permanecido inédito.
Un municipio, más bien conservador, manejado históricamente por una clase política tradicional, con ningún asomo de pensamiento social, alternativo o, si se quiere, de tendencia izquierdista; como por generación espontánea, se expresó de manera contundente frente a las políticas de estado que amenazan con sumir en la pobreza absoluta a la mayoría de los colombianos.
La presencia de la juventud gachancipeña fue masiva y entusiasta en esa fecha. Los muchachos de Gachancipá estaban dando clases de dignidad y espíritu combativo.
Los días siguientes nos hicieron conocer que ese compromiso no terminaba ahí y que nuestro municipio asistía a la presentación en sociedad de una generación que no tragaba entero. Es así como en la tradicional manifestación del Día del Trabajo (1° de mayo) creció la representación juvenil y, posteriormente, tras la convocatoria de los transportadores al Paro Nacional de Camioneros, las cosas llegaron a su clímax.
Hasta ahora, todo transcurría en paz. Arengas, cánticos y consignas eran la forma de expresión de un pueblo que, desde su generación más tierna se asomaba a la lucha popular.
El punto de inflexión, la gota que colmó la copa, fue la llegada al municipio del ESMAD, un escuadrón adiestrado para reprimir la protesta social, consignada en nuestra constitución como un derecho ciudadano, pero estigmatizada por nuestra clase dirigente.
La noche del 3 de mayo, el otrora pueblo fresco, pacífico y reposado se convirtió en escenario de guerra. Los gachancipeños, a quienes solo nos despiertan en la noche los ladridos insistentes de los perros callejeros o el incómodo sonido de algún parlante que reproduce música popular a alto volumen hasta la madrugada, no pudimos conciliar el sueño por el aterrador sonido de las armas “no letales” de los recién llegados robocops y las consignas que les espetaban los furiosos rebeldes.
Lo curioso es que, con la llegada del ESMAD no llegó la tranquilidad; por el contrario, su presencia fue el detonante de actos vandálicos que hasta ahora, en tres días de protesta no se habían registrado. La turba enardecida atacó las instalaciones del peaje “El Roble”, que se encuentra en la frontera norte del municipio e intentó destruir el edificio de la alcaldía municipal y la casa de los abuelos de la alcaldesa.
¿POR QUÉ GACHANCIPÁ?
Gachancipá es solo un escenario alterno de la puesta en escena de un proceso de intimidación y miedo al que quieren someter a la sociedad colombiana para justificar la desmedida represión oficial y ambientar un clima de inseguridad y violencia que favorezca medidas extremas por parte de una clase gobernante que presiente que en las próximas elecciones va a perder el poder.
La estratégica ubicación del municipio y su tradicional condición de pueblo pacífico se presta para que, desde los medios del establecimiento se le venda a la ciudadanía la idea de que las “fuerzas del mal” se están tomando el país. Somos una ficha más en ese macabro ajedrez con el que juegan los dueños del poder en Colombia.
Solo que no esperaban que en un poblado de 44 kilómetros cuadrados, sin tradición en la lucha política, se iban a encontrar a una generación que no está dispuesta a entregar sus banderas sin luchar.
periodicoabcentro.com pudo hablar con la alcaldesa municipal, Karen León Aroca, quien, en líneas generales expresó: ”El ESMAD no llegó al municipio por solicitud de la administración municipal, fue una medida del gobierno central, en atención a que la vía afectada es de carácter nacional. La toma de decisiones frente a las exigencias de los organizadores del paro camionero, se salen de la órbita de lo municipal, por lo que, ni yo ni la alcaldía que regento tienen poder de decisión, quedando esta en manos de entes de carácter nacional”.
Igualmente la alcaldesa, llamó a la cordura a los gachancipeños que están participando de la protesta.
Para Lamentar
Los actos vandálicos en el Peaje El Roble, la alcaldía municipal y la casa familiar de la alcaldesa del municipio. Y, principalmente, la muerte de un menor de edad que venía en una ambulancia desde el Hospital de Chocontá, a la que no se le permitió el paso. Este último suceso no atribuible a los manifestantes gachancipeños.
Para Rescatar
Reconocer una generación de gachancipeños que reflexionan su país y asumen una postura frente al producto de esa reflexión; eso sí, anunciando que rechazamos la violencia como expresión de la lucha política.
Para Pensar
La coyuntura política del país nos enseña que no hay rincón de Colombia que esté a salvo de la violencia orquestada por el establecimiento para tratar de conservar un poder que se les escapa de las manos.
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